jueves, 30 de enero de 2025

Comentario Crítico sobre Naraku y Otros Personajes

De todos modos, este espacio nunca ha intentado imponer nada ni bloquear a quienes simplemente no disfrutan del ship entre Naraku y Kikyō. Para eso se necesita algo más que una diferencia de gustos; lanzarnos hate a nuestras espaldas, por ejemplo. Ahí sí, bloqueo asegurado.


Volviendo a lo que importa. Es fascinante cómo Kikyō y Naraku son enemigos declarados y, sin embargo, su relación va mucho más allá de los golpes y las estrategias. Se permiten enfrentarse con algo aún más letal: las palabras. En cada interacción se desafían, se provocan, se estudian... y lo mejor es que ambos lo saben.


Un gran ejemplo es su segundo encuentro. Ahí tenemos a Kikyō, irrumpiendo con toda la seguridad del mundo, soltándole un «¿No estás feliz por verme?» como si estuviera visitando a un viejo amigo. No obstante, claro, ella no es ingenua. En ese momento tenía la ventaja: el corazón de Onigumo seguía dentro de Naraku, reteniéndolo, atándolo a ese amor obsesivo que lo hacía vulnerable. Kikyō entendía bien su debilidad, y no dudó en disfrutarlo. La expresión de Naraku en ese instante lo dice todo: una mezcla de desagrado, molestia y quizás... ¿un poco de inquietud? No sería raro.


Ahora, avancemos un poco en la historia. Naraku, finalmente libre de ese molesto corazón humano, se entera de que Kikyō lo busca nuevamente. Ya sin la carga de los sentimientos de Onigumo, decide que esta vez el encuentro será muy diferente. Y vaya que lo fue. Sin titubeos, la deja en un estado tan crítico que Kagome intenta estirar un poco más la estadía de Kikyō en este mundo, pero el destino (y Naraku) tienen otros planes. Cuando la herida vuelve a abrirse, Kikyō se ve obligada a absorber el alma de Midoriko solo para seguir en pie. Porque, si algo define su relación con Naraku, es que cada encuentro termina con alguien a un paso de la destrucción... y casi nunca es él.


Lo mejor –y más irónico– es que, en el capítulo 337, Naraku le devuelve sus propias palabras:


«¿No te alegra verme, Kikyo?»


Un giro digno de su retorcido sentido del humor.


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martes, 28 de enero de 2025

Comentario Crítico sobre Naraku y Otros Personajes

El último pensamiento de Naraku...


Quiero dejar claro que prefiero dedicar una publicación exclusiva para profundizar en los sentimientos de Onigumo y Naraku hacia Kikyō, desentrañando el deseo que, paradójicamente, los une y los separa en igual medida.  


Ahora bien, ¿por qué Naraku se imagina a Kikyō con el cabello largo y esa expresión tan característica? En el anime, Kikyō solía mostrar una calma serena, casi profesional, al atender a Onigumo; sin embargo, en el manga, esas mismas escenas no se presentan de igual modo en el acto final. ¿Qué podemos inferir de esta diferencia?  


Es irónico, ya que Naraku, arrastrado por los sentimientos humanos de Onigumo, pasó horas, días, semanas observando a Kikyō. Conoció la esencia de la mujer “real”, despojada de toda fachada, más allá de la mártir o la sacerdotisa. Fue él quien, si se puede decir, metió la mano en su pecho y extrajo violentamente toda la oscuridad que yacía escondida. 

Profundamente, en su interior, y alimentado por los deseos ajenos, Naraku parecía sentir curiosidad por una Kikyō más libre, menos atada a los principios que la definían como sacerdotisa. Esto se hace evidente en momentos tensos, como cuando ella intenta asesinar a Kagome. A Naraku le gustaba, le fascinaba su convicción, esa fuerza inquebrantable que la  caracterizaba; le intrigaba cómo no temía desafiarlo, cómo le llevaba la contraria sin titubeos, enfrentándolo con una firmeza que pocos se atreverían a mostrar. No se trataba sólo de su belleza o su poder, sino de esa resistencia que, paradójicamente, lo irritaba y lo cautivaba a partes iguales. 


En ella encontró un eco extraño: un reflejo de su propia oscuridad frente a una luz que no se doblegaba. Para alguien como él, debió resultar tan fascinante como frustrante.  


Cuando finalmente Naraku expone su “verdadero deseo”, es como si todo se hubiera amalgamado de forma irrevocable. Onigumo la vio cálida y serena, pero fue Naraku quien desbordó la oscuridad, logrando, de manera irónica, lo que Onigumo deseaba. Es importante recordar que Naraku ya se encontraba agotado, resignado, dejando que todo lo humano y vulnerable en él se filtrara sin resistencia. Fue en ese preciso instante cuando las líneas entre Naraku y Onigumo simplemente se desdibujaron, como si una única entidad hubiera nacido –otra vez– de los deseos, las sombras y la oscuridad que compartían.


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sábado, 25 de enero de 2025

Rumiko Takahashi sobre Naraku: Declaraciones Oficiales

Tanto en el anime como en el manga, nunca se profundiza demasiado en el origen del famoso atuendo de Naraku ni en la piel de babuino que usa; sin embargo, si te fijas bien, Rumiko Takahashi deja entrever un dato interesante: esa piel proviene de un babuino demoníaco. Esto nos lleva a una de las criaturas más intrigantes de la mitología japonesa: el Sarugami.  


A simple vista, los sarugami parecen ser monos de gran tamaño, pero son mucho más que eso. Son criaturas de fuerza descomunal y una inteligencia superior a la de cualquier babuino común. A medida que envejecen, no sólo adquieren sabiduría, sino que se vuelven más poderosos. Los más viejos llegan a gobernar tribus enteras (algunas con más de cien miembros).  


Sin embargo, lo que realmente los distingue es su naturaleza peligrosa y la amenaza constante que representan para la humanidad. Mientras los monos comunes suelen ser vistos como traviesos o problemáticos, saqueando granjas y destruyendo cultivos, los sarugami son una amenaza directa. No sólo se alimentan de los cultivos, sino que también secuestran y devoran humanos.  


Los más temidos entre ellos incluso exigen sacrificios humanos a las aldeas cercanas, obligando a los pobladores a entregar jóvenes mujeres en ofrenda bajo amenaza de aniquilación. Negarse a cumplir con este tributo casi siempre resulta en la completa destrucción de las aldeas, con sus campos arrasados y sus habitantes desaparecidos.  


Es muy... fascinante imaginar que Naraku cazó y desolló a uno. Después de la caza, habría tenido que retirar la piel con extremo cuidado; cualquier imperfección podría arruinar la prenda. La piel de un sarugami, gruesa y resistente, no es algo que se trate a la ligera.  


Naraku probablemente la extendió cuidadosamente, dejándola secar al aire durante varios días o incluso semanas –dependiendo del clima– para evitar que se pudriera. Una vez seca, el siguiente paso era limpiarla y rasparla para eliminar restos de grasa o impurezas. Esto era importante para garantizar que no se descompusiera rápidamente.  


La tarea requería precisión meticulosa, ya que un mero error podría arruinar su calidad. Luego, tendría que suavizarla frotándola repetidamente con aceites especiales o cenizas de ciertos árboles; técnicas utilizadas en el curtido para darle flexibilidad sin perder durabilidad.  


¿Naraku habría hecho todo esto? Según la autora, probablemente sí (al menos con la primera piel, la original). No obstante, luego parece más lógico que comenzara a materializar abrigos a partir de su propia biomasa. No tenía tiempo para estar cazando babuinos demoníacos constantemente. Además, es evidente que su abrigo fue destruido en varias ocasiones, y siempre volvía a aparecer con uno nuevo. No sería descabellado que, con un poco de material, usara su biomasa para replicarlos. ¿Por qué no?  


Recordemos que Naraku es un cambiaformas, y su habilidad para manipular su propio cuerpo está más que demostrada. Podría haberse quedado con una “muestra” de la piel del babuino demoníaco original –o un trozo de ADN (en términos coloquiales)–, y luego usarla como base para generar una nueva versión cada vez que lo necesitara.  


Es completamente lógico, ¿no? Estamos hablando de un ser que puede transformarse en lo que quiera. ¿Por qué no aprovechar esa habilidad para evitar tener que cazar más monstruos por cada abrigo que perdía? Si alguien tenía el poder de hacer algo tan raro y macabro como eso, definitivamente era él.


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jueves, 16 de enero de 2025

Comentario Crítico sobre Naraku y Otros Personajes

El dolor en los ojos de Naraku cuando Kagome lo enfrenta y le suelta esas palabras... ¡Uf! Es un golpe directo a donde más le duele, y eso no pasa todos los días. Para alguien que vive oculto tras una máscara (literal y figurativamente), esos raros momentos en los que su fachada se desmorona son como un espectáculo único.  


Ahí, por unos segundos, puedes ver lo desolado que está, como si el peso de toda su existencia lo aplastara de golpe. Y lo mejor –o lo peor, según cómo lo veas– es que parece dolerle de verdad, como si cada palabra de Kagome le quemara por dentro.  


¿Pero cambiará algo? Obvio no. Naraku no está aquí para tener epifanías ni redención, y se lo deja claro. Admitir que algo lo afecta estaría fuera de su repertorio, y él no está hecho para esos trotes.  


Lo que sí salta a la vista es que, en ese momento, se siente vulnerable, y eso es aterrador. Si hay algo que Naraku no soporta, es sentirse pequeño, humano, expuesto.  


¿Y qué hace alguien como él cuando le pisan un nervio? Exacto: arremete. Al final del día, es mucho más sencillo arrasar con todo que aceptar que, tal vez, sólo tal vez, Kagome tocó una fibra que prefiere fingir que no tiene.  


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martes, 14 de enero de 2025

Comentario Crítico sobre Naraku y Otros Personajes

Es curioso, ¿no? Este extraño híbrido llamado Naraku, ese al que tanto dentro como fuera de la serie etiquetaron como "débil", terminó siendo la piedra en el zapato de absolutamente todos. No importa cuánto lo despreciaran o subestimaran, logró convertirse en un obstáculo que nadie pudo superar con facilidad. Ni siquiera el imponente Sesshōmaru, con toda su sangre pura y un ego del tamaño de una montaña, fue capaz de deshacerse de él por sus propios medios. Sesshōmaru lo buscó, lo persiguió, intentó derribarlo en múltiples ocasiones, pero al final, Naraku siempre encontraba la manera de mantenerse firme.  


Sin embargo, no sólo Sesshōmaru fracasó. La lista de quienes no pudieron enfrentarlo en solitario es larga: Kikyō, con toda su elegancia trágica; InuYasha, con su obstinación de medio demonio; incluso Kagome, con su flecha del destino. En el clímax de esta historia, no bastó con los esfuerzos individuales. Se necesitó de un grupo completo –héroes, antagonistas y personajes secundarios– para intentar quebrarlo. Ningún ser, por poderoso que fuera, resultó suficiente. Ninguno. Y eso no suena precisamente a alguien "débil", ¿verdad?  


En cuanto a Naraku… ¿qué podemos decir de esa presencia exquisita y perturbadoramente cautivadora? Sus formas son un arte que pocos pueden comprender; su belleza, por supuesto, no es para todos. Es un gusto reservado para quienes saben apreciar lo sublime que se oculta en lo oscuro.  


Naraku no fue simplemente un enemigo. Fue una fuerza, un concepto, una constante que obligó a todos a enfrentarse a sus propias debilidades. Aunque lo llamen débil, aunque lo desprecien, hay algo que no pueden negar: Naraku fue el arquitecto de sus desgracias y, en muchos sentidos, el escultor de su historia.


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Comentario Crítico sobre Naraku y Otros Personajes

Es curioso cómo el cuerpo de Naraku, pese a su importancia, rara vez recibe el reconocimiento que merece. Claro, sabemos que absorber demonios y quedarse con todo lo que son –sus habilidades, su esencia, su desesperación, probablemente hasta sus quejas existenciales– lo convierte en una anomalía andante. Sus capacidades no sólo parecen infinitas, sino que podrían serlo, lo que lo posiciona como el personaje con mayor potencial de la serie. Admitámoslo, cincuenta años le bastaron para lograr lo que otros demonios, con siglos de ventaja, sólo soñaban en sus momentos de grandilocuencia.


Ahora bien, hablemos del elefante –o más bien, del ojo– en la habitación: esa enigmática esfera que adorna su pecho. ¿Qué demonios, literalmente, es eso? Una teoría que podría tener cierta lógica es que ese ojo le permite mirar más allá del velo de lo visible, tal vez incluso hasta los guardianes del otro mundo. ¿Por qué no? Recordemos que Sesshōmaru, con toda su nobleza y sangre pura, necesita de su espada para interactuar con los espíritus del más allá. Y hasta Kikyō, con su impresionante percepción espiritual, tiene que esforzarse para captar aquello que no pertenece al mundo terrenal. 


Otra idea interesante –y un tanto perturbadora, lo admito– es que este ojo funcione como un símbolo maléfico. Algo así como el primo oscuro del ojo turco, pero en lugar de protección, trae ruina y desgracia a quienes se atreven a cruzar su camino. O quizás –y aquí viene lo interesante– es ambas cosas. Una herramienta para espiar lo que está más allá del velo y un presagio viviente de destrucción. Al fin y al cabo, Naraku nunca hace nada a medias, ni siquiera cuando se trata de sus metamorfosis.


¿Será este ojo un secreto que sólo él comprende? ¿O simplemente un detalle macabro que Rumiko añadió para hacernos perder el sueño? Tal vez, como tantas cosas en Naraku, su verdadero propósito es que nunca lo entendamos del todo. 


De todos modos, este híbrido siempre me ha parecido un personaje muy lovecraftiano, una criatura cuya esencia no puede ser captada del todo por mentes humanas, y probablemente tampoco por las demoníacas. No es sólo un villano; es un concepto. Un ser que se redefine constantemente, moldeado por las piezas que toma de otros y por los deseos que nunca le serán suficientes para llenarlo. Es como si su verdadera naturaleza no pudiera ser confinada en un único cuerpo o propósito, y eso, francamente, da más miedo que cualquier ataque físico.


Y luego está la cuestión de su relación con los demás personajes. Naraku no solamente se enfrenta a ellos; los infecta. Incluso su forma física –cambiante, grotesca, a veces sublime– recuerda a las criaturas de los mitos cósmicos. No tiene una apariencia fija, porque eso sería limitarlo. Se expande, muta, juega con lo que lo rodea como si el mundo no fuera más que arcilla en sus manos. Cada versión de Naraku, ya sea un señuelo, una marioneta o su verdadero cuerpo, parece ser un trozo de algo mucho más vasto, algo que ni siquiera necesita ser completamente mostrado para inspirar temor y fascinación.


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sábado, 11 de enero de 2025

Comentario Crítico sobre Naraku y Otros Personajes

Él es un misterio andante, o al menos eso intenta proyectar; secretos y pecados como si fueran las joyas de su corona. Pero hay algo en la forma en que se mueve —en cómo te observa de reojo— que te hace sospechar que su oscuridad no es tan infinita como quiere hacerte creer. Tal vez es sólo una criatura que nació rota, con demasiados pensamientos complicados y un gusto exagerado por las metáforas dramáticas. Las sombras lo envuelven, sí; pero también parecen ser un escudo, una excusa para mantener a los demás a raya. 


Porque, aceptémoslo: si nadie se atreve a mirar más allá del "abismo", nadie podrá descubrir si hay algo más detrás de todo ese teatro de penumbras.


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sábado, 4 de enero de 2025

Comentario Crítico sobre Naraku y Otros Personajes

La sangre de Kikyō es encantadora 


En esta escena, Naraku no sólo demuestra su implacable naturaleza, sino que realmente pone de manifiesto por qué es uno de los villanos más intrigantes. Y no, no hablamos de algo tan simple como el dolor físico —aunque eso, por supuesto, no le disgusta—, sino de su habilidad casi artística para deshacer a las personas emocionalmente.  


Porque, ¿quién necesita destruir algo de una sola vez cuando puede hacerlo lentamente, con exquisita crueldad? Para InuYasha, perder a Kikyō no fue sólo un golpe en el estómago; fue una herida emocional que Naraku se encarga de desgarrar a consciencia, saboreando cada segundo de su desmoronamiento.  


De ese modo, él no es un simple depredador, no. Es un maestro del tormento. Lo suyo no es sólo matar, sino corromper, quebrar, torturar en todos los niveles. No le basta con asesinar a Kikyō; tiene que destrozar las fibras más íntimas de aquellos que tuvieron contacto con ella. Y, por supuesto, lo disfruta, porque la verdadera diversión está en hacer que la agonía dure, que se arrastre como un espectáculo privado que nadie más puede ver. ¿Por qué apresurarse en destruir cuando se puede llevar a alguien al borde de la locura y dejarlo ahí, suspendido en ese sufrimiento, por un buen rato?  


Lo realmente delicioso de todo esto es que Naraku se burla no sólo de la muerte de Kikyō, sino de todo lo que ella representa para InuYasha —y los demás ni siquiera tienen idea de que él es el verdadero monstruo en esta historia. Aún desconocen que la entidad llamada Naraku se originó en la cueva de Onigumo.


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viernes, 3 de enero de 2025

Comentario Crítico sobre Naraku y Otros Personajes

Mugen Naraku 「無間奈落・むげんならく」: “El infierno Avīci, el octavo y último”.


Es curioso, ¿no? Naraku es uno de esos nombres que, con sólo escucharlo, tu mente inevitablemente hace un viaje directo al abismo—en términos literales y simbólicos, claro está. Como término budista, "Naraku" se refiere al "último infierno", el Avīci: ese lugar sin escapatoria, donde el sufrimiento no conoce pausa ni respiro. Una especie de perpetuidad del tormento que, si lo pensamos bien, encaja bastante bien con su personalidad y su legado en la serie.


Sin embargo, no queda ahí la cosa. También está el encantador yojijukugo [金輪奈落], que significa algo así como "hasta el amargo final", "hasta los límites más lejanos" o "hasta la empuñadura". ¿Hay una descripción más perfecta para Naraku? Lo gracioso, o tal vez un poco inquietante, es cómo el nombre en realidad es una profecía autocumplida. En cierto modo, Naraku encarna el concepto de caer, tanto literal como metafóricamente.


Como el infierno Avīci, Naraku tampoco deja escapatoria. Para quienes caen en su órbita—ya sea por amor, odio o deseo de justicia—él es un punto de no retorno.


De ese modo, Naraku está obsesionado con los extremos, con llegar siempre más lejos, sin importar las consecuencias. Y lo hace con una elegancia trágica que lo vuelve casi imposible de odiar por completo. Es, en esencia, el infierno personificado, y al mismo tiempo, un recordatorio de que incluso los peores abismos tienen un rostro humano… o algo que intenta parecerlo. Así que sí, "Naraku" no sólo es un nombre llamativo, es un desafío, una advertencia y un destino escrito en kanji—uno que, como su portador, nunca deja de dar vueltas en espiral hacia los confines más oscuros de la existencia.


Naraku no puede escapar de sí mismo, y esa es su mayor tragedia.


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Naraku: Análisis desde la Fuente Oficial del Manga

 ✨ Echando un vistazo a los paneles del tomo 30 del manga ✨ Cuando muere, Naraku no lo hace en paz. Su final es violento, sangriento, y está...