martes, 14 de enero de 2025

Comentario Crítico sobre Naraku y Otros Personajes

Es curioso cómo el cuerpo de Naraku, pese a su importancia, rara vez recibe el reconocimiento que merece. Claro, sabemos que absorber demonios y quedarse con todo lo que son –sus habilidades, su esencia, su desesperación, probablemente hasta sus quejas existenciales– lo convierte en una anomalía andante. Sus capacidades no sólo parecen infinitas, sino que podrían serlo, lo que lo posiciona como el personaje con mayor potencial de la serie. Admitámoslo, cincuenta años le bastaron para lograr lo que otros demonios, con siglos de ventaja, sólo soñaban en sus momentos de grandilocuencia.


Ahora bien, hablemos del elefante –o más bien, del ojo– en la habitación: esa enigmática esfera que adorna su pecho. ¿Qué demonios, literalmente, es eso? Una teoría que podría tener cierta lógica es que ese ojo le permite mirar más allá del velo de lo visible, tal vez incluso hasta los guardianes del otro mundo. ¿Por qué no? Recordemos que Sesshōmaru, con toda su nobleza y sangre pura, necesita de su espada para interactuar con los espíritus del más allá. Y hasta Kikyō, con su impresionante percepción espiritual, tiene que esforzarse para captar aquello que no pertenece al mundo terrenal. 


Otra idea interesante –y un tanto perturbadora, lo admito– es que este ojo funcione como un símbolo maléfico. Algo así como el primo oscuro del ojo turco, pero en lugar de protección, trae ruina y desgracia a quienes se atreven a cruzar su camino. O quizás –y aquí viene lo interesante– es ambas cosas. Una herramienta para espiar lo que está más allá del velo y un presagio viviente de destrucción. Al fin y al cabo, Naraku nunca hace nada a medias, ni siquiera cuando se trata de sus metamorfosis.


¿Será este ojo un secreto que sólo él comprende? ¿O simplemente un detalle macabro que Rumiko añadió para hacernos perder el sueño? Tal vez, como tantas cosas en Naraku, su verdadero propósito es que nunca lo entendamos del todo. 


De todos modos, este híbrido siempre me ha parecido un personaje muy lovecraftiano, una criatura cuya esencia no puede ser captada del todo por mentes humanas, y probablemente tampoco por las demoníacas. No es sólo un villano; es un concepto. Un ser que se redefine constantemente, moldeado por las piezas que toma de otros y por los deseos que nunca le serán suficientes para llenarlo. Es como si su verdadera naturaleza no pudiera ser confinada en un único cuerpo o propósito, y eso, francamente, da más miedo que cualquier ataque físico.


Y luego está la cuestión de su relación con los demás personajes. Naraku no solamente se enfrenta a ellos; los infecta. Incluso su forma física –cambiante, grotesca, a veces sublime– recuerda a las criaturas de los mitos cósmicos. No tiene una apariencia fija, porque eso sería limitarlo. Se expande, muta, juega con lo que lo rodea como si el mundo no fuera más que arcilla en sus manos. Cada versión de Naraku, ya sea un señuelo, una marioneta o su verdadero cuerpo, parece ser un trozo de algo mucho más vasto, algo que ni siquiera necesita ser completamente mostrado para inspirar temor y fascinación.


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Naraku: Análisis desde la Fuente Oficial del Manga

 ✨ Echando un vistazo a los paneles del tomo 30 del manga ✨ Cuando muere, Naraku no lo hace en paz. Su final es violento, sangriento, y está...