lunes, 19 de mayo de 2025

Comentario Crítico sobre Naraku y Otros Personajes

Uno de esos momentos memorables en los que Naraku brilla en toda su gloria venenosa: cuando le revela a un InuYasha derrotado que Kikyō le entregó los fragmentos… y que desea verlo muerto. 

Es Naraku en su forma más pura: manipulador, cruel, maestro en torcer la verdad justo lo suficiente para sembrar la duda. No basta con vencer. Tiene que envenenar. Y ahí, entre la sorpresa y la desesperación de InuYasha, se regodea.


viernes, 16 de mayo de 2025

Comentario Crítico sobre Naraku y Otros Personajes

No se trata de un análisis ni de una reflexión profunda, sino simplemente de un momento que puede resultar curioso o incluso entretenido: es el propio Naraku hablándose a sí mismo, manifestando su deseo de eliminar a la misma sacerdotisa de hace cincuenta años.

Cabe recordar que, en aquel entonces, su corazón humano permanecía cuidadosamente resguardado.


miércoles, 14 de mayo de 2025

Comentario Crítico sobre Naraku y Otros Personajes

Escribí esto hace bastante, y ahora me dieron ganas de sacarlo del cajón y hacerle un buen lavado de cara.

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✨ Teoría: Naraku como prisión de almas y regeneración a través del sacrificio interno ✨

Sabemos que al absorber demonios, Naraku obtiene control sobre sus habilidades (eso está clarísimo), pero también me da la impresión de que absorbe algo más: sus almas. Incluso creo que tiene acceso a las memorias y conocimientos de aquellos demonios. 

Ahora, esto me lleva a pensar en cómo Naraku alberga una legión entera dentro de sí mismo. Su impresionante capacidad de regeneración podría estar directamente relacionada con esta cantidad de almas atrapadas. Mi teoría es que cada vez que se regenera, utiliza una parte de esas almas para obtener la energía necesaria y mantenerse entero. Es como si su regeneración tuviera un costo interno: más daño, más almas consumidas.  

Cuando es derrotado o debilitado (ejemplo, una flecha de Kagome o Kikyō), no es su cuerpo real el que paga el precio inmediato, sino aquellas almas cautivas dentro de él. En cierto modo, dichas almas funcionan como un escudo o una reserva de energía vital que Naraku usa para garantizar su supervivencia. En pocas palabras, cualquier daño que reciba lo obliga a consumir una de estas almas como si fuera una moneda para mantenerse en pie.  

¿Qué fue lo que me llevó a pensar en esto?

«Cuando Naraku crea demasiadas extensiones, la cantidad de demonios en su interior disminuye. En esas circunstancias, busca absorber nuevos demonios para reponerlos… y lo hace en secreto, mientras nadie lo ve. Naraku se esfuerza silenciosamente por retener ese equilibrio».

Lo que Rumiko plantea no me suena únicamente a una gestión eficiente de recursos demoníacos. Me suena a un metabolismo. A una necesidad vital. Naraku no absorbe demonios sólo por codicia o por el deseo narcisista de acaparar poder (que también), sino porque se vacía. Porque lo requiere.

Siempre que fragmenta su cuerpo para dar origen a una extensión, no está simplemente dividiéndose. Está drenando algo más profundo. No hablamos sólo de carne ni de energía bruta: hablamos de entidades. De almas. De conciencias.

Ahí es donde mi teoría cobra forma.

Crear una extensión no es un acto liviano. Es, en términos simbólicos y físicos, un desmembramiento. Como si arrancara un dedo, una pierna, una parte de sí, y la lanzara al mundo con instrucciones específicas. Por eso cada réplica lo debilita. Por eso necesita reemplazos. Por eso, en cuanto puede, devora nuevos demonios.

Así, las entidades que absorbe funcionan como una moneda vital. Regenerarse no es meramente reparar tejidos: es reconstituir su legión interna. Una red de almas vivas, latentes, funcionando como un sistema autónomo aunque interdependiente. Sin ellas, se colapsa.

¿Estoy diciendo que es una teoría confirmada? No. ¿Estoy diciendo que Rumiko lo pensó así? Tal vez no. ¿Estoy diciendo que para mí tiene todo el sentido del mundo y que no me importa si suena a delirio? Exactamente.



martes, 13 de mayo de 2025

Comentario Crítico sobre Naraku y Otros Personajes

Naraku no necesita ATACARTE de frente. Le basta con conocer lo que más te duele para hacerte sufrir. Es capaz de abrir tus heridas más escondidas, de devolverte la agonía que creías enterrada.

Un villano no siempre quiere matarte de inmediato. A veces, prefiere observar cómo tu sangre cae gota a gota, cómo tus ojos tiemblan en lugar de apagarse. Porque para él, el verdadero peso está en ver cómo te quiebras… lentamente.


jueves, 8 de mayo de 2025

Comentario Crítico sobre Naraku y Otros Personajes

Buenas, mis bellas almas oscuras y luminosas.
Con permiso… pero sin pedirlo, vengo a anunciar lo obvio: la nueva admin ha llegado.

Sí, soy yo. Ayer me uní oficialmente y ya formo parte de este selecto universo. Estoy FELIZ –en mayúsculas– de estar aquí, de sumar, de aportar y de hacer brillar como se debe este espacio dedicado a dos joyas incomprendidas: Naraku y Kikyō.

Como entrada ofrezco una pequeñísima reflexión.

#ErämaanViimeinen

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El lenguaje de Naraku es, ante todo, violencia.
Por más refinado, elegante y absolutamente tranquilo que parezca su discurso, su verdadero idioma –el que habla con el cuerpo, con los actos, con su existencia misma– siempre termina siendo violento. Para Naraku, amar implica morder. Necesita deformar lo que toca para hacerlo suyo, y lo suyo, por definición, debe doler.

No se trata, tampoco, de una violencia simple. En él, toma muchas formas: a veces sutil, envenenada, cautelosa; otras veces directa, cruel, física, devastadora. Pero siempre está. Incluso cuando sonríe, incluso cuando guarda silencio. Y aunque se haya disfrazado, disuelto, reconfigurado o contaminado con otras existencias, la estructura que lo sostiene permanece intacta. Su ser –físico, emocional, mental, y hasta ontológico– está atravesado por ese germen: fue creado desde el deseo impuro de un humano agónico y la materia corrupta de incontables demonios.

Así que no. No es que Naraku elija ser cruel –que lo hace, y con gusto–. Es que, incluso si no quisiera, no sabría ser otra cosa.

De ese modo, cualquier lazo que Naraku construya –sea con un adversario, con una figura tan central como Kikyō, o incluso con un pobre infeliz que simplemente se cruzó en su camino– cargará con la misma impronta: será cruel, conflictivo, insalvable. Porque incluso en su forma más íntima, eso que podría confundirse con afecto arrastra un trasfondo vil, enteramente devorador. 

No ofrece abrigo ni despierta ternura. A simple vista, alguien podría objetar: “No, no es amor”, pues no encaja en los moldes conocidos. Pero es que en Naraku, lo auténtico siempre lastima. Todo lo que realmente le nace –sin artificio, sin cálculo– no cura ni sostiene: desgarra.


martes, 6 de mayo de 2025

Comentario Crítico sobre Naraku y Otros Personajes

✨ ¿Por qué vinculo con frecuencia a Kikyō con Naraku? ✨

Desde una perspectiva tanto interpretativa como simbólica, la relación entre Kikyō y Naraku va mucho más allá de una simple enemistad. Aunque, personalmente, me guste su dinámica, no es por estética ni por emoción fácil. Me interesa porque dentro del relato se cruzan de una forma que no parece casual. No funcionan como pareja común, pero hay una tensión entre los dos que marca el ritmo de muchas decisiones importantes. 

No se trata de amor en el sentido clásico, sino de una conexión incómoda, inevitable, que dice mucho más que un vínculo romántico. Me gusta observar cómo se enfrentan, cómo se entienden a medias, y cómo eso revela partes de ellos que con otros personajes no salen a la luz.

Ambos personajes son construidos como némesis recíprocos: entidades que se definen mutuamente por oposición y presencia constante. Kikyō no es sólo quien se resiste a Naraku; en un plano más simbólico, representa lo que él no logra eliminar: los restos de su origen humano. Habita, en cierto sentido, dentro de él, al ser inseparable del alma de Onigumo, el hombre que dio forma a su existencia. Kikyō encarna esa memoria persistente, esa parte que Naraku intenta negar pero que sigue viva.

En este sentido, su vínculo no puede leerse desde una lógica convencional de afecto. Como dije, no se trata de amor, ni de miedo, sino de una especie de trágica coexistencia donde ambos son las caras opuestas del mismo trauma. Kikyō representa la marca imborrable de su génesis, y Naraku, la corrupción de su alma.

Su reencuentro –que siento como inevitable desde una lógica narrativa– no estaría repleto de flores, sino de las flores de la muerte: aquellos símbolos de lo irreversible, de lo que ya ha sido condenado. Porque en el universo de Kikyō, donde hay luz también habita la sombra; y donde hay compasión, también hay juicio.

Entonces, no hay ternura entre ellos. La única suavidad posible es la de la carne vulnerable, expuesta, frágil, que Naraku desea desgarrar. Su dinámica es tragedia. No se limita a lo conveniente, sino que toca fibras más hondas, vinculadas a lo que son, a lo que cargan y a lo que nunca terminan de resolver.


sábado, 3 de mayo de 2025

Comentario Crítico sobre Naraku y Otros Personajes

✨ Naraku y el arte de la compostura ✨

Hay algo que me llama la atención, algo que vale la pena pensar un momento. A veces se tiende a desacreditar a Naraku, no tanto por lo que hace dentro de la historia, sino más debido a una supuesta falta de cuidado personal o de modales.

Creo que esa idea no proviene tanto del personaje en sí, sino que nace de la antipatía que genera al enfrentarse a figuras más queridas por el público. Se le proyectan ciertos rasgos que, en realidad, no tienen mucho respaldo en la narrativa.

Él no es alguien descuidado, ni actúa con la rudeza impulsiva que vemos, por ejemplo, en InuYasha. Tiene otro tipo de presencia. Vale la pena detenerse a observarlo con atención:

Naraku no sólo entiende el valor de la apariencia; lo encarna perfectamente. Desde su primer aliento como híbrido, demuestra una capacidad extraordinaria para adaptarse al entorno, no meramente en lo físico, sino también desde lo social. Asume formas con fluidez, sin importar si el cuerpo que utiliza proviene de la nobleza o de lo más bajo de la sociedad.

Lo importante no es el origen, sino la utilidad; el efecto que puede provocar en los demás.

Aquello no responde únicamente a su naturaleza cambiante, sino que también refleja un profundo conocimiento de los códigos humanos (o no humanos): las jerarquías, las maneras de hablar, los gestos apropiados para cada ambiente.

En pocas palabras, es un seductor. No en el sentido romántico –o no exclusivamente–, más bien en uno amplio y sofisticado: alguien que sabe mostrarse, que elige con precisión qué revelar, qué ocultar, y construye versiones de sí mismo según lo que la situación exige.

Un buen ejemplo de esto es su última encarnación, bajo la identidad de Kagewaki Hitomi. No se trata de una impostura improvisada, al contrario, es un rol que sostiene con elegancia tanto en el anime como en el manga. No sólo adopta la ropa, el porte; también la autoridad, el respeto que conlleva ese título, llegando incluso a ser llamado “príncipe”.

Es difícil conciliar aquella imagen con la idea de un hombre descuidado o sin modales. Porque no lo es. Naraku cuida cada detalle; si alguna vez se muestra salvaje o descompuesto, tendrá que ser por circunstancias específicas.

Otro detalle revelador –aunque muchas veces pasado por alto– es su vestimenta. Naraku suele presentarse con ropajes teñidos en tonos morados o púrpuras, colores históricamente asociados al poder, la nobleza, el alto estatus. Se trata de pigmentos costosos, que en otras épocas sólo estaban al alcance de emperadores o figuras con autoridad. Que él elija esos tonos no es casualidad ni capricho estético: es una estrategia. No simplemente para camuflarse, sino para afirmar una presencia; una jerarquía simbólica. Es su manera de decir: “Yo también soy dueño de algo, incluso si no lo ves”.

Y hay que admitirlo: tiene buen gusto. No existe desprolijidad en su apariencia. Todo está calculado, desde el color hasta el corte de su ropa; desde la manera en que se mueve, hasta el tono en el que habla.

Entonces, resulta evidente que un ser como Naraku no ignora las normas del decoro. Al contrario: las conoce a la perfección, las utiliza cuando le conviene. Quien manipula no puede limitarse a las palabras; necesita dominar los gestos, las pausas, la postura, el silencio justo en el momento adecuado.

En ese arte, Naraku no es sólo hábil. Es desmesuradamente bueno.


⮕ Aquí tenemos un excelente ejemplo de lo que intento decir cuando hablo del uso estratégico de la apariencia y el entorno por parte de Naraku. 

En esta escena, él mismo reconoce el valor simbólico y práctico del castillo y del cuerpo que ha tomado: no sólo le permite pasar desapercibido, sino que además le otorga “poder y respeto”. Es decir, comprende perfectamente que el estatus no depende únicamente de la fuerza o la amenaza directa, sino también de las formas, del lugar que se ocupa y de cómo se lo habita.

viernes, 2 de mayo de 2025

Comentario Crítico sobre Naraku y Otros Personajes

Dado que algunos han manifestado interés por mis extrapolaciones basadas en el manga –ya sea respaldadas por fuentes oficiales o surgidas de interrogantes personales–, me ha parecido pertinente abordar un tema que, aunque a primera vista pueda parecer menor, resulta llamativo para quienes se interesan en la naturaleza más profunda de Naraku: su relación con la sexualidad.

Tanto en el manga como en el anime, Naraku se muestra distante frente a las mujeres y a cualquier manifestación de coquetería. No obstante, esta aparente indiferencia no debe confundirse con ignorancia ni con falta de experiencia respecto al deseo carnal. La obra, evidentemente, no busca representar tales aspectos de forma explícita. Sin embargo, Onigumo –la raíz humana de Naraku– albergaba esos sentimientos, y lo que podría considerarse una experiencia común en lo humano, incluso si se presentaba de forma descarada, parece ser la gota que sella una marca: algo que uno lleva consigo inevitablemente... No sólo en relación con la sacerdotisa que lo cuidó, sino con las mujeres en general. Esa inclinación no es un simple capricho, sino una manifestación visceral de su naturaleza humana, de esa necesidad de fundirse con lo femenino.

Este impulso no desapareció con el surgimiento de Naraku; al contrario, se integró desde su origen. Un ejemplo claro de ello es el comportamiento de Musō (que remite a cómo actuaba Onigumo), cuando le dice a Kaede que, si fuera más joven, “viviría más tiempo”. Una frase cargada de crudeza, pero también de una intención lúcida. Estas expresiones demuestran, una vez más, que Naraku no es ajeno al conocimiento del deseo humano; ha experimentado, directa o indirectamente, las pulsiones que definían a Onigumo.

Cabe destacar, además, que Naraku no está limitado a una sola expresión de género. Y no me refiero únicamente a sus habilidades de transformación o manipulación corporal –propias de un nahual–, sino a su esencia misma como entidad híbrida compuesta por múltiples seres. Naraku puede adoptar, sin conflicto, una forma masculina, femenina o incluso ninguna, ya que su identidad no se construye sobre un género fijo. En este sentido, es una criatura única dentro del universo de la obra: escapa a las categorías tradicionales y encarna una fluidez ontológica que lo vuelve aún más aterrador. Para quienes se preguntan si Naraku es masculino o femenino, bien podría habitar una línea que no es ni una ni la otra.

Por supuesto, Naraku es un personaje "difícil": cada vez que se le analiza, surgen nuevos temas que se ramifican en distintos subtemas. Por eso, estas ideas apenas son una entrada; cada aspecto merece su propio espacio y tiempo, pues no se puede llegar y subestimar la naturaleza de nuestro Naraku.


Naraku: Análisis desde la Fuente Oficial del Manga

 ✨ Echando un vistazo a los paneles del tomo 30 del manga ✨ Cuando muere, Naraku no lo hace en paz. Su final es violento, sangriento, y está...