Naraku no necesita ATACARTE de frente. Le basta con conocer lo que más te duele para hacerte sufrir. Es capaz de abrir tus heridas más escondidas, de devolverte la agonía que creías enterrada.
Un villano no siempre quiere matarte de inmediato. A veces, prefiere observar cómo tu sangre cae gota a gota, cómo tus ojos tiemblan en lugar de apagarse. Porque para él, el verdadero peso está en ver cómo te quiebras… lentamente.