Escribí esto hace bastante, y ahora me dieron ganas de sacarlo del cajón y hacerle un buen lavado de cara.
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✨ Teoría: Naraku como prisión de almas y regeneración a través del sacrificio interno ✨
Sabemos que al absorber demonios, Naraku obtiene control sobre sus habilidades (eso está clarísimo), pero también me da la impresión de que absorbe algo más: sus almas. Incluso creo que tiene acceso a las memorias y conocimientos de aquellos demonios.
Ahora, esto me lleva a pensar en cómo Naraku alberga una legión entera dentro de sí mismo. Su impresionante capacidad de regeneración podría estar directamente relacionada con esta cantidad de almas atrapadas. Mi teoría es que cada vez que se regenera, utiliza una parte de esas almas para obtener la energía necesaria y mantenerse entero. Es como si su regeneración tuviera un costo interno: más daño, más almas consumidas.
Cuando es derrotado o debilitado (ejemplo, una flecha de Kagome o Kikyō), no es su cuerpo real el que paga el precio inmediato, sino aquellas almas cautivas dentro de él. En cierto modo, dichas almas funcionan como un escudo o una reserva de energía vital que Naraku usa para garantizar su supervivencia. En pocas palabras, cualquier daño que reciba lo obliga a consumir una de estas almas como si fuera una moneda para mantenerse en pie.
¿Qué fue lo que me llevó a pensar en esto?
«Cuando Naraku crea demasiadas extensiones, la cantidad de demonios en su interior disminuye. En esas circunstancias, busca absorber nuevos demonios para reponerlos… y lo hace en secreto, mientras nadie lo ve. Naraku se esfuerza silenciosamente por retener ese equilibrio».
Lo que Rumiko plantea no me suena únicamente a una gestión eficiente de recursos demoníacos. Me suena a un metabolismo. A una necesidad vital. Naraku no absorbe demonios sólo por codicia o por el deseo narcisista de acaparar poder (que también), sino porque se vacía. Porque lo requiere.
Siempre que fragmenta su cuerpo para dar origen a una extensión, no está simplemente dividiéndose. Está drenando algo más profundo. No hablamos sólo de carne ni de energía bruta: hablamos de entidades. De almas. De conciencias.
Ahí es donde mi teoría cobra forma.
Crear una extensión no es un acto liviano. Es, en términos simbólicos y físicos, un desmembramiento. Como si arrancara un dedo, una pierna, una parte de sí, y la lanzara al mundo con instrucciones específicas. Por eso cada réplica lo debilita. Por eso necesita reemplazos. Por eso, en cuanto puede, devora nuevos demonios.
Así, las entidades que absorbe funcionan como una moneda vital. Regenerarse no es meramente reparar tejidos: es reconstituir su legión interna. Una red de almas vivas, latentes, funcionando como un sistema autónomo aunque interdependiente. Sin ellas, se colapsa.
¿Estoy diciendo que es una teoría confirmada? No. ¿Estoy diciendo que Rumiko lo pensó así? Tal vez no. ¿Estoy diciendo que para mí tiene todo el sentido del mundo y que no me importa si suena a delirio? Exactamente.
