Observación:
Naraku absorbió de lleno el flechazo de Kagome, y su cuerpo fue destruido casi por completo, quedando reducido a nada más que su cabeza. Cualquier otro yōkai habría sucumbido al instante ante semejante poder espiritual, pero Naraku no. Con lo poco que le quedaba, tuvo que recurrir a sus trucos, uniendo su cabeza a una de sus marionetas para obtener un nuevo cuerpo.
Obviamente, no sería la última vez que Naraku enfrentara un embate de poder espiritual, pero hay que decirlo: su resistencia en momentos críticos es algo fuera de este mundo. Literalmente. Es increíble cómo logra salir ileso de situaciones que dejarían a otros yōkais hechos polvo. Y lo hace una y otra vez, como si su propio cuerpo se negara a rendirse, sin importar lo que le lancen.