𝗟𝗮 𝗘𝘀𝗲𝗻𝗰𝗶𝗮 𝗱𝗲 𝗹𝗮 𝗗𝗶𝗴𝗻𝗶𝗱𝗮𝗱
Es curioso. He notado que muchos villanos y hombres malos en general nunca están tranquilos cuando los vencen. A menudo se van gritando, maldiciendo, mostrando su verdadero rostro en una reacción violenta y patética.
Pero él no. Él estuvo sorprendentemente sereno. No gritó ni maldijo, a pesar de no ser un hombre de virtudes y de haber cosechado su destino con sus propias manos. En lugar de eso, se mantuvo calmado, con una expresión que, aunque suave, parecía casi melancólica.
No hubo en su actitud ni un atisbo de arrepentimiento, sólo una especie de aceptación resignada.