Si se ponen a pensarlo, Naraku es un personaje que tiene un talento especial para hacer cosas extrañas. Por ejemplo, se sienta en la oscuridad de su habitación a cavilar y hablar consigo mismo como si fuera la cosa más normal del mundo. ¿Y cuando siente celos? Bueno, no es que simplemente frunza el ceño como cualquier persona. No, él va y se arranca la piel de su propia espalda, literalmente. Y ni hablemos de su absoluta falta de vergüenza...
Se despoja de su ropa en cualquier lugar y frente a cualquiera sin una pizca de pudor, como si la desnudez fuera su estado natural. La combinación de estos factores hace que uno se pregunte qué rayos pasa realmente por la mente de Naraku.
En pocas palabras, Naraku hace cosas raras, y parece que se pone aún más extraño cuando está "en sus días". Ya saben, esos días en los que se encuentra en la brecha entre ser híbrido y debilitarse, cuando es más humano que demonio. No es ningún secreto que Naraku nunca se molestó en gestionar sus emociones humanas.
En lugar de eso, se dedicó a idear maneras de deshacerse de ellas. Pero, sorpresa, sorpresa, esas emociones siempre regresan. Nunca entendió que es imposible eliminarlas por completo.
Cuando esas emociones inevitablemente resurgen, Naraku se siente completamente descolocado. No sabe cómo manejarlas, y eso lo contraria profundamente. Es en esos momentos de confusión emocional que tiende a hacer cosas inesperadas o a cometer errores.
Ya sea arruinando algún plan meticulosamente elaborado o actuando de manera irracional, es como si su lado humano tomara el control por un breve pero caótico periodo. Y aunque lo niegue hasta la saciedad, esos son los momentos que nos recuerdan que, en el fondo, sus emociones están al rojo vivo.