𝐈𝐍𝐓𝐑𝐈𝐆𝐀𝐒 𝐘 𝐄𝐌𝐎𝐂𝐈𝐎𝐍𝐄𝐒 𝐒𝐎𝐁𝐑𝐄 𝐍𝐀𝐑𝐀𝐊𝐔
A veces tenía la impresión de que Naraku se emocionaba bastante al ver a Kikyō peleando, casi deseando que ella triunfara sobre sus demonios (aunque también se molestaba porque no lograba acabarla). La relación entre ellos a lo largo de toda la serie era tan ambigua como cautivadora, recordándome incluso a la dinámica entre Batman y Joker, donde parecen necesitar enfrentarse constantemente para sentirse completos (en el caso de Naraku, al menos).
Es innegablemente siniestro el hecho de que, tras su nacimiento, Naraku espiara a los enamorados Kikyō e InuYasha. Resulta claro que estaba al tanto de sus citas y planes secretos, porque en la OVA, apenas Kikyō e InuYasha acuerdan encontrarse al día siguiente, Naraku aparece furioso, jurando no permitir que eso ocurra. Es evidente que los estaba espiando, y sabemos que se le daba muy bien stalkear.
Ah, y luego está esa parte donde Naraku ve cómo todo su plan se va al traste porque Kikyō es incinerada junto con la Perla. Se habla mucho de cómo le salió el tiro por la culata, pero nunca vemos el impacto real que eso tuvo en él. Personalmente, creo que estaría realmente frustrado, ¿no les parece? Después de tanto esfuerzo y maquinaciones retorcidas, ver que todo se desmorona así debe haber sido un golpe duro para su ego retorcido.
Recientemente, nos dimos cuenta al estar leyendo el manga, nos topamos con esa escena entre Kikyō e Inuyasha que me dejó boquiabierta y que había olvidado por completo, cuando Naraku envía al yōkai serpiente para que mate a la sacerdotisa. Lo que sigue es una revelación aterradora: Kikyō le confiesa a Inuyasha que el corazón enamorado de Onigumo permanece dentro de Naraku.
Inuyasha interpreta esto como que Naraku mismo está enamorado de Kikyō, pero ella aclara que todo el elaborado plan de Naraku para sembrar discordia entre ellos y contaminar el corazón de Kikyō y la Perla fue simplemente un pretexto. Naraku, impulsado por los celos de Onigumo, quería separar a Kikyō de Inuyasha.
Esta revelación me dejó pensando mucho, porque sugiere que, al menos al principio, Naraku no tenía tanto control sobre Onigumo como después llegaría a tener (incluso puede que le costara diferenciar entre las emociones del bandido y las suyas propias). Sin embargo, tras presenciar el encuentro entre Inuyasha y Kikyō (que, por cierto, él estaba observando), Naraku se siente tan celoso que literalmente se arranca la piel de la espalda con una katana, mata a uno de los sirvientes del castillo y se desquita con Kagura.
Todo esto se conecta magistralmente al final, cuando Kagome descubre la razón emocional detrás del comportamiento de Naraku, dándose cuenta de que él se dedica a romper los lazos de amor y amistad de los demás porque sabe lo mucho que eso duele y siente envidia de cómo los demás pueden formar esos lazos mientras él no puede. Es como si Naraku hubiera escapado del infierno al renacer de Onigumo en esa cueva, el Reino de los Narakas, en una especie de alusión a su propio nombre, sólo para encontrarse atrapado en otro infierno que él mismo había creado.
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